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Crónica
05/09/2024
Claudio Cilveti, gerente general de Vinos de Chile, abordó la reciente resolución del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) que establece que el pipeño ya no debe considerarse como vino bajo los estándares chilenos.
Todo, ad portas de las celebraciones de Fiestas Patrias, en que el producto tradicional en la preparación del popular 'terremoto', quedó en el centro de una controversia.
"El pipeño es parte de nuestra cultura y tradición y data de mucho tiempo. ¿Quién no lo conoce? Sin embargo, esta resolución del SAG se apega a nuestra legislación", comenzó diciendo Cilveti.
La polémica surgió luego de que el SAG determinara que el pipeño, al no alcanzar la graduación alcohólica mínima de 11,5° exigida para los vinos, debe ser etiquetado como 'bebida alcohólica derivada de la uva' y no como vino. Esta decisión generó inquietud entre productores y consumidores que ven al pipeño como un elemento clave de la tradición vitivinícola chilena.
Desde el SAG, emitieron un comunicado aclarando que la nueva clasificación "responde a la necesidad de proteger su identidad cultural y territorial". En el mismo, se destacó que la medida busca "preservar su valor como un producto tradicional y distintivo de la Agricultura Familiar Campesina" de las regiones del Maule, Ñuble y Biobío.
Cilveti, de Vinos de Chile, por su parte, destacó la importancia de adaptar la legislación a los tiempos actuales: "Debemos adecuar nuestra legislación a las tendencias de cambio climático, salud y las preferencias de nuestros consumidores, permitiendo que se elaboren vinos como el pipeño con menores graduaciones alcohólicas".
Además, subrayó la diversidad vitivinícola del país, comparándola con otras regiones del mundo. "Chile es un país diverso, que tiene más de 15 valles con influencias del Pacífico, de los Andes y los Valles Centrales", acotó.
El gerente de Vinos de Chile también mencionó ejemplos internacionales, señalando que "en Túnez, por ejemplo, la elaboración de vinos parte desde los 8 grados de alcohol, mientras que en Chile partimos desde los 11,5".
Cilveti concluyó sugiriendo que, de alinearse con los estándares globales, "igualarnos al resto del mundo permitiría, por ejemplo, seguir llamando al pipeño vino y de esta forma preservando tradiciones e innovación".