Nacional
Crónica
Social
07/12/2024
Te has detenido a pensar cómo tus acciones pueden afectar a los demás. Por ejemplo si estás en un evento escolar, y justo cuando estás disfrutando del acto de tu hijo o hija, alguien se levanta y se instala en un lugar para poder grabar un video, bloqueando tu vista y la de todos los demás.
O cuando un conductor deja su auto en medio del paso, sin preocuparse por el caos que genera, o lo que es peor, se estaciona en la berma impidiendo el normal tránsito de peatones.
La empatía, está perdiendo terreno frente al individualismo y la inmediatez. Vivimos en una era donde capturar un recuerdo o cumplir una necesidad personal parece más importante que respetar a quienes nos rodean. Pequeñas acciones inofensivas, deterioran la convivencia y fomentan la desconexión entre las personas, quedándose muchas veces en un discurso moralista y casi religioso de ser bondadoso, pero cuando se trata de ellos, no les importa pasar a llevar a los demás.
Cada vez es más común que el "yo primero" gane al "nosotros juntos". Este cambio de perspectiva impacta no solo las relaciones, sino también el tejido social que nos une como comunidad. Al ignorar cómo nuestras decisiones afectan a los demás, contribuimos a una realidad más aislada y menos armoniosa.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Quizás la solución está en volver a lo básico: detenernos un momento y preguntarnos cómo nuestras acciones pueden influir en quienes están a nuestro alrededor.
Desde ceder el paso en una fila hasta respetar el espacio de otros en un evento, cada pequeño gesto cuenta. La empatía no se trata de grandes actos heroicos, sino de elegir, cada día, ser más conscientes y considerados.
Todo esto da rabia, si, pero también da pena, por lo que nuestras acciones no solo definen quiénes somos, sino también el tipo de sociedad en la que vivimos. La pregunta que queda es: ¿qué huella quieres dejar a las siguientes generaciones?
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Autor: Máximo Martínez Campos