Crónica
Social
29/09/2021
El mar frente a la costa de Chile no sólo tiene potencial energético en sus olas y mareas, sino también en una posibilidad aún no explotada pero de altas capacidades y bajos costos comparativos: la energía eólica marina, la instalación de parques eólicos para captar la energía del viento sobre las aguas del océano.
Así lo señala el investigador Cristian Mattar Bader, integrante del Laboratorio de Geociencias de la Universidad de Aysén, en su estudio “Climatología de Vientos de Superficie para el Análisis de Energía Marina en la Patagonia Occidental”.
La diferencia entre la energía eólica instalada en tierra respecto de la ubicada sobre el mar, de manera flotante, es que en este último caso hay menos competencia y conflictos sociales, además de que se pueden construir parques eólicos de mayor potencia que los terrestres, explicó el científico.
En el plano financiero, el estudio identificó un rango de costos o viabilidad económica para este desarrollo energético en la costa chilena hasta 2054, destacando sus estimaciones de entre 24 a 2.000 USD/MWh (megawatt hora) para el llamado Costo Nivelado de Energía, donde el 80% del mar chileno presenta resultados favorables.
La investigación financiada por Fondecyt identifica cómo los precios futuros se asocian con los escenarios climáticos respecto de la explotación de energía eólica marina, señalando por ejemplo que la mayor parte de la zona norte de Chile tendrá al año 2054 un potencial eólico mayor que el actual. Lo que genera un promisorio escenario futuro considerando que, además, “existe nueva tecnología que año tras año va minimizando los costos de instalación que son críticos en el inicio de un proyecto”, destacó el doctor en física del medio ambiente y termodinámica.
¿Pero es necesaria la energía eólica marina? En el contexto de la crisis climática actual, destacada hace algunas semanas por el panel mundial intergubernamental de expertos, más los intentos de descarbonización del país, esta potencialidad puede ser clave para avanzar en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Ello ha significado la propuesta nacional de metas como alcanzar un 20% de generación de energía eléctrica renovable para 2025 o de lograr un 70% de generación por fuentes renovables para 2050.
Incluso, en el plano económico, como señala la investigación, “la energía eólica marina que se encuentra sin explotar como fuente de energía, en el actual paradigma energético de la costa chilena, supera las demandas actuales del mercado nacional y es bastante competitiva en comparación con el precio medio del mercado”.
En tanto, la demanda de energía en Chile sigue aumentando. La Comisión Nacional de Energía informa que, en 2019, el país tenía una capacidad instalada de casi 25,3 GW, de los cuales 5 GW correspondían a generación eólica o solar; mientras que para los próximos 20 años se espera un aumento constante en la demanda de energía, pasando de 71,6 GWH en 2019 a 108,9 GWh en 2039, equivalente a una tasa anual de unos 1,95 GWh por año.
Sin embargo, aún no existen proyectos eólicos marinos en Chile.
Las razones las da el propio científico, que ya ha generado varios artículos o papers de difusión: probablemente se deba al marco legal actual, al período de recuperación de la inversión, a la carencia de datos locales y no sólo extranjeros; y a los costos iniciales de estas inversiones. Ello porque el marco regulatorio chileno carece de incentivos o leyes en materia de energía eólica marina y de un marco legal transministerial, lo que genera varias duplicaciones en los procesos administrativos.
En este ámbito, la jurisdicción institucional para los proyectos eólicos marinos recae en los ministerios de Energía, Defensa y Economía y los marcos legales ambientales.
Y aunque también hay algunas incertidumbre en el ámbito científico, éstas se pueden ir resolviendo con más investigación, como por ejemplo respecto del impacto de las condiciones locales sobre un proyecto eólico marino, para conocer mejor la capacidad de supervivencia de las turbinas y la viabilidad de sus instalaciones o el desmantelamiento debido a condiciones ambientales extremas.