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Crónica
22/06/2025
Son las 7:23 de la mañana y en el centro de la capital no se sienten más de cinco grados Celcius. Desde la esquina de Eleuterio Ramírez con Lord Cochrane inicia este recorrido en busca de incivilidades en la capital. No cuesta mucho encontrarlas.
A pocos metros, un hombre pasa y lanza un escupo que cae prácticamente al lado de los desechos de una mascota que tienen una bolsa encima, como si alguien hubiese hecho el intento de recogerlos, pero decidió no terminar la tarea.
La tenencia irresponsable de animales es una de las razones habituales de quejas de habitantes de distintos puntos del país, y en lo que va de 2025, en la aplicación Sosafe se registran 925 denuncias donde se incluyen reclamos por perros abandonados, dueños que llevan a sus animales con correas extremadamente largas y enredan a los transeúntes u otros que ni siquiera les ponen estas ni los bozales necesarios, en el caso de especies declaradas potencialmente peligrosas.
Los desechos de animales se mezclan con colillas de cigarrillos, papeles y otros desperdicios que quedan tirados en calles y veredas. Rucos y baños improvisados El recorrido sigue hasta la calle Padre Miguel de Olivares.
En una de las veredas hay dos colchones manchados y rotos, un par de tablas de madera quebradas, una cocina oxidada y unas bolsas negras de basura algo abiertas.
Cruzando, un vendedor asegura que la basura lleva ya algunos días ahí, pero cree que la sacarán pronto. Cuenta que normalmente en las tardes se instala un carrito de "perros calientes" (no dice "completos") y arepas, que se preparan ahí mismo.
A veces incluso ponen música mientras atienden a los clientes. En la esquina de Tarapacá con Lord Cochrane está LivinnX Santiago, edificio que alberga en su mayoría a estudiantes de intercambio de distintas partes del mundo y también a turistas.
En la fachada de la edificación hay un hombre en situación de calle que duerme sobre un cartón, tapado con un par de sucias frazadas. La Municipalidad de Santiago estima que hay aproximadamente 1.600 personas en situación de calle en la comuna.
Mensualmente, retiran cerca de 200 rucos. Es uno de los problemas más complejos porque, según indican, "estaría aparejado con delincuencia, microtráfico, suciedad, malos olores y peligros de incendio". No es problema solo de esta comuna.
Desde el 1 de enero al 10 de junio de este año, Sosafe recibió un récord de 26.622 denuncias vinculadas a esta materia solo en la Región Metropolitana. "Apenas ven que alguien se empieza a instalar o empiezan a armar una carpa, a dejar un colchón o ropa tirada en un lugar, los vecinos lo comienzan a reportar de manera inmediata porque saben cómo termina y lo que cuesta a veces sacar a alguien de ahí", asegura Cristian Cabrera, cofundador de Sosafe.
Carmen Úbeda, vecina del sector, comenta que una persona en situación de calle vivió varios meses en una carpa casi llegando a Padre Alonso de Ovalle, pero que hace mucho no lo ven.
Es uno de los problemas del barrio, afirma, pero no el único. Relata que todas las tardes un carrito se instala en la esquina, casi en el mismo rincón desde donde emana un fuerte olor a orina y desperdicios, que, según cuenta, muchas personas usan a diario como baño. El recorrido continúa poniendo atención en los cientos de rayados que ensucian las paredes del barrio.
Casi ni se distinguen unos con otros. "Me he topado a un par (de quienes hacen grafitis), pero son agresivos para responder, casi que te amenazan", sostiene Úbeda. Ya a la altura del metro Moneda, por la salida de Lord Cochrane, se siente un fuerte olor a fritura que choca con el aire frío.
En un carro de supermercado habilitaron una freidora artesanal y venden sopaipillas, empanadas y café. Frente a ellos, una manta con bufandas, gorros y cintillos. En la salida de Nataniel Cox, el panorama es similar. Afuera del ascensor duerme una persona en situación de calle y unos pasos más adelante, se instala el comercio ambulante. Desde la esquina, se ve el Palacio Presidencial.
"Hacer lo que se les plazca"
Lo aquí descrito no es propio del centro de Santiago, pues se ha hecho habitual en sectores altamente concurridos de Puente Alto, Maipú, Providencia, Recoleta, Independencia, por mencionar algunas comunas de la capital. Pero también se observa en regiones: Iquique, Valparaíso, Concepción, Puerto Montt... en todas las ciudades de Chile las incivilidades parecen acumularse.
Botellas o latas de cerveza que amanecen en la vereda o "escondidas" entre maceteros u otro mobiliario, microbasurales, rucos y ropa enganchada de bancas, rejas, ventanas, árboles o lo que sea que pueda servir de colgador en el espacio público, grafitis y vehículos abandonados se suman a gritos, parlantes con música a todo volumen y mucha, mucha basura. Incluso daños y robos a mobiliario y otros elementos del espacio público deben enfrentar las comunas.
En un hecho casi anecdótico, a fines de 2023 el municipio de Providencia debió hacer un llamado para que no robaran las plantas de plazas y parques que habían sido recién puestas. Según sus cuentas públicas, en 2024, la Municipalidad de Providencia, realizó 11.536 intervenciones para eliminar grafitis, retirar carteles y limpiar muros. Además, llevó adelante 260 procesos por vehículos abandonados.
Y en Puente Alto, entre enero y septiembre, el programa Ruta Segura registró un aumento de 26% de las incivilidades respecto de igual período de 2023, incluyendo comercio ambulante, ruidos molestos, amenazas, riñas, consumo de alcohol en la vía pública, acumulación de basura, entre otras.
Para el sociólogo y profesor de la Escuela de Gobierno de la U. Adolfo Ibáñez Javier Castillo, estos comportamientos ocurren cuando "quienes supervisan los espacios no tienen la legitimidad suficiente para ejercer su autoridad, que es otorgada por las personas, sin duda.
Eso abre la puerta a una exposición masiva de las incivilidades". Añade que "la gente siente que no hay nadie que tenga el derecho a controlarlo y, por lo tanto, pueden hacer y expresarse de la manera que se les ocurra, así como hacer lo que mejor se les plazca".