Regional
Crónica
Social
21/10/2025
Hay algo curioso en los ascensores. Uno podría pensar que son solo cajas metálicas que suben y bajan, movidas por engranajes y cables, pero basta quedarse unos segundos ahí dentro para notar que esconden algo más profundo, siendo incluso un escenario social en miniatura. Es un teatro donde todos actuamos, a veces sin darnos cuenta, siendo extrovertidos o fingiendo revisar el celular.
A veces uno saluda, y otras simplemente se queda callado mirando el número que avanza en el panel. En esos segundos, uno siente cómo una palabra o una sonrisa puede cambiar la atmósfera para bien o para mal, optando finalmente en sopesar que al ser tan poco el tiempo, mejor no saludar e incomodar a otros y recibir una indiferencia absoluta donde todos miran ocupados sus celulares o el techo.
En los ascensores se pueden mezclar fobias, emociones, silencios y pequeñas cortesías que definen el tipo de convivencia que tenemos. Imagino lo que sería quedar atrapado con desconocidos, en minutos, el miedo compartido rompe cualquier barrera. Ahí ya no hay jerarquías, ni apuros, ni celulares. Y es curioso cómo una simple máquina puede obligarnos a mirarnos, a escucharnos o incluso a reconocernos en la vulnerabilidad del otro.
Los ascensores capturan miles de microhistorias. El niño con miedo al dentista, el repartidor que anda apurado, la señora del aseo que canta. Todos cruzan sus caminos en esos segundos suspendidos en el aire. Y quizás nos haría bien detenernos un poco en esos encuentros, dejar que la rutina no borre nuestra humanidad, y decir “hola”, “gracias”, un gesto amable, pueden parecer nada, pero a veces es lo necesario para que alguien se sienta visto.
Lo importante, es no dejar que ese breve trayecto se vuelva otro espacio de indiferencia. Si en cada breve “viaje” hay una oportunidad para mirar al otro y reconocerlo, ¿por qué no tomarla? Total, nunca se sabe cuándo ese “buenas tardes” al pasar puede terminar marcando el día o incluso la vida de alguien más.
La anterior opinión/reflexión es personal, si te gustó, like o repostea.
Autor: Máximo Martínez Campos