Como diputada por la provincia de Biobío e integrante de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, quiero expresar mi profunda preocupación por los efectos de las bajas temperaturas registradas en los últimos días en nuestras comunas cordilleranas.

Según la Dirección Meteorológica de Chile, se han reportado mínimas cercanas a –5 °C en Antuco y Alto Biobío, con nevadas que alcanzaron entre 15 y 20 centímetros en sectores precordilleranos como Santa Bárbara, Quilaco, Quilleco y Tucapel. Estas condiciones han afectado directamente al ganado y a las siembras, comprometiendo la producción agrícola y el sustento de las familias campesinas.

Es importante recalcar que esta situación no solo impacta a los agricultores, especialmente a los pequeños, sino también a sus familias, cuya vida cotidiana depende de la estabilidad productiva.

Si bien las bajas temperaturas fueron anunciadas con anticipación, lo que permitió adoptar algunas medidas preventivas, el Estado debe redoblar esfuerzos para que no sean los agricultores los que carguen con las consecuencias.

Se requiere apoyo técnico, forraje, insumos y acompañamiento veterinario que aseguren que esta emergencia no se transforme en una crisis mayor para los territorios cordilleranos.

Por ello, hago un llamado a la nueva ministra de Agricultura, María Ignacia Fernández, a que en sus primeras gestiones priorice a las comunas cordilleranas de la provincia del Biobío, desplegando un plan focalizado de emergencia agrícola que entregue recursos frescos y soluciones concretas.

Nuestros sectores rurales no pueden seguir enfrentando solos los efectos del clima: es deber del Estado estar presente, apoyar y garantizar que la agricultura de montaña, base del sustento de miles de familias, no se vea irreversiblemente dañada.