Río Biobío: permanente reto de estudiar y proteger al pilar socioecológico y productivo de la Región

Regional

Nacional

Crónica

02/11/2025


Si se compara al planeta con nuestro cuerpo los ríos son las arterias. Como las nuestras transportan sangre rica en oxígeno y nutrientes desde el corazón al resto de órganos y tejidos del organismo para funcionar adecuadamente y vivir, los ríos transportan agua y múltiples sustancias vitales a través de sus cauces que nutren y sustentan a la naturaleza y personas.

Y como para el cuerpo la aorta es la principal arteria, el río Biobío es el principal para nuestra RegiónNo sería lo que es sin su río; desde sus paisajes, historia e identidad cultural, hasta la productividad de recursos, actividades económicas, desarrollo y bienestar, a partir de tiempos ancestrales para el Pueblo Mapuche y que marcó un límite para los españoles en la Conquista.

Su estado es vital y sus alteraciones pueden tener grandes efectos negativos. Por eso no bastan los esfuerzos para investigar y cuidar este ecosistema, foco del Centro de Ciencias Ambientales Eula-Chile de la Universidad de Concepción (UdeC) desde que se fundó a inicios de 1990.

Sistema vital

El doctor Ricardo Barra, director del Centro Eula y académico Facultad de Ciencias Ambientales UdeC, cuenta que con estudios y monitoreo que partieron hace 35 años en la cuenca hidrográfica y área costera adyacente, acumulan valiosas evidencias y aprendizajes sobre su rol, cambios y retos para resguardar desde el río a la biodiversidad y sociedad local.

Así sostiene que “es uno de los ríos más importantes de Chile a nivel ecológico y productivo”.

Con 1 kilómetro en promedio es el más ancho del país, le cruzan los cuatro puentes más extensos, y uno de los ríos más largos y caudalosos. Así de grandiosa es su cuenca e influencia desde sus orígenes en la Cordillera de Los Andes en La Araucanía a su desembocadura en el mar en el Biobío.

El río es agua, también diversas sustancias, formas de vida, recursos y servicios ecosistémicos vitales para comunidades y actividades en múltiples comunas. El beneficio directo más relevante es el agua: “más de 1 millón de personas somos dependientes del río Biobío como fuente de abastecimiento de agua potable, además de agua para la agricultura e industria”, afirma Barra.

Además, tiene un rol crucial en otras áreas clave como generación de energía, turismo y pesquería por su influencia en el océano.

Es que su importancia trasciende a lo tangible para las personas. “El río Biobío genera un montón de servicios ecosistémicos que van más allá de la provisión, muchos son de regulación y funcionamiento del sistema. Y los ecosistemas que reciben el agua del río no serían lo mismo si no existiera”, sostiene el doctor Cristian Vargas, investigador del Centro Eula y académico de la Facultad de Ciencias Ambientales.

Al respecto enfatiza: “cumple un rol importante en el funcionamiento del sistema costero”.

Es determinante para la productividad de recursos pesqueros de la zona. Con sus aguas lleva nutrientes y diversas sustancias que son alimento y/o contribuyen a generar características en el salado mar que son relevantes para la subsistencia de múltiples especies como peces y crustáceos, todas importantes para los ecosistemas y muchas de valor comercial.

Del uso al impacto

Aunque no sólo lleva lo necesario, también sustancias nocivas. “Lamentablemente, todos los beneficios que podría entregar el río Biobío se están viendo impactados producto del cambio global y las actividades que realizamos”, advierte.

Los usos que se da al río y las actividades en la cuenca generan desechos, presiones e impactos que pueden afectar desde el ecosistema al océano, algunos antiguos y otros nuevos, como contaminación por basurales, aguas residuales, plásticos, fármacos y antibióticos, y afirma que muchos son persistentes. El panorama empeora al añadir los efectos del cambio climático.

Por ello sostiene que estudiar y conocer es una clave vital para proteger y conservar al río con sus roles vitales ante escenarios críticos.

Décadas de evidencias

Con el largo monitoreo que lleva el Centro Eula, Ricardo Barra asegura que el Biobío es uno de los ríos con más vigilancia en Chile, lo que permite conocer la evolución de su situación en cantidad y calidad del agua, y también ha derivado en que esté protegido con una norma secundaria. Aunque también se tiene claridad de grandes desafíos.

Al respecto, enfatiza que “la norma para el río se tiene que vigilar, enriquecer y mejorar para incorporar nuevas amenazas: tenemos un número limitado de parámetros de control, y hay otras amenazas que empiezan a aparecer que debemos vigilar y controlar para el futuro para la protección del ecosistema y esta fuente de agua potable, riego e industrial”.

Para profundizar, aclara que este sistema es nivopluvial, se alimenta de agua de nieve y lluvia, y los datos confirman la reducción de las precipitaciones en las últimas décadas en una región impactada por el cambio climático que sigue avanzando con sus efectos, con megasequía, y reducción e incluso escasez del recurso hídrico que afecta a varias áreas.

Además, afirma que mientras hace años y tras la implementación de plantas de tratamientos de aguas servidas se evidenció una notable reducción de contenidos de coliformes fecales que contaminaban y mermaban la calidad del agua, en tiempos más recientes empezaron a aparecer los contaminantes emergentes y persistentes y nuevos problemas.

Retos científicos y sociales

Ante las crisis y nuevos escenarios global, a nivel local quedan desafíos científicos y sobre todo sociales que permitan proteger al río Biobío con sus vitales roles ecológicos y sociales.

Para Barra es crucial la preparación y adaptación a los nuevos escenarios y mejorar la gestión del agua. De hecho, sostiene que “la DGA está mandada a establecer una estrategia. A partir de la ley marco de cambio climático cada cuenca en Chile debe tener un plan estratégico para conocer mejor la disponibilidad de agua y los usos sostenibles”.

Entre lo que se debe desarrollar está identificar nuevas fuentes y reúso, eficiencia y ahorro del agua.

Como soluciones menciona dar nuevos empleos a aguas usadas como las grises de zonas rurales que pueden dedicarse al riego.

También se debe avanzar en la investigación y sostenibilidad de las aguas subterráneas, un recurso bajo el suelo que es y puede ser elemental para muchas comunidades y actividades en periodos de crisis, sobre las que advierte que gran vacío de información en la cuenca del Biobío y Chile en general.

“Hay sectores rurales que no tienen agua y la única alternativa es recurrir a las subterráneas. Por eso es relevante investigar cuál es el volumen de extracción sostenible de estas aguas que se recargan con precipitaciones y nieve, y explorar alternativas de recarga artificial. Por ejemplo, hay una red de canales para riego y los que no se han revestido con cemento pueden ser un buen vehículo para recargar acuíferos en invierno”, plantea el académico.

Además, hay que abordar aspectos relacionados con más prácticas sustentables y menos contaminación en torno a las actividades que se realizan a lo largo de la cuenca como la agricultura, o descargas de aguas residuales.

La predicción de impactos y adaptación al cambio global en torno a los recursos marinos es también crucial en una región que tiene a la pesquería como una de sus principales actividades.

Cristian Vargas destaca una investigación para abordar las implicancias para la vida en el mar del aumento en frecuencia e intensidad de los ríos atmosféricos, evento de caída de lluvias muy intensas en cortos periodos, con foco en especies impactadas por la pluma del Biobío.

Los cambios en las características del ambiente pueden generar estrés en los organismos, afectando su desarrollo de distintas maneras, siendo algunas más vulnerables que otras. “Analizar la tolerancia, predecir y generar capacidad de adaptación puede ser relevante para actividades como la pesca”, manifiesta.

Es claro que para avanzar se necesita investigación, pero sobre todo consciencia y compromiso de la sociedad. En el Centro Eula y la academia no dejan de estudiar y proveer evidencias, por proyectos con distintos fondos, pero para que realmente impacten deben considerarse por quienes toman decisiones y generan acciones.

Los investigadores comparten la convicción de que la comunicación científica y la educación a la comunidad es una clave vital para la valoración y protección del río Biobío, y del medioambiente en general.

“A veces falta reconocer la importancia que tiene este sistema. Da pena ver botaderos de basura al lado del río y zonas de degradación ambiental. Hay que educar que no es sólo agua que corre, es un verdadero ser vivo, un sistema que circula la energía, que circula los alimentos, que nos da bienestar”, cierra Barra.





Noticias Relacionadas